EL NAÁN, EL GRUPO INVITADO EN LA GIRA DE VETUSTA MORLA,
PRESENTA EN MADRID EN CONCIERTO SU TEMA PARA LOS GOYA Y CAMPAÑA CROWDFUNDING PARA MEJORAR “LA ESPAÑA VACIADA”
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El Naán, el grupo palentino más internacional, después de haber actuado en la reciente gira de Vetusta Morla por toda España, regresa a Madrid para ofrecer un concierto-ritual con folk, jazz, rock, música étnica, poesía y sonidos atávicos en la emblemática sala madrileña Galileo Galilei, el sábado 1 de octubre, en el que estrenará su nueva canción “Una brizna de sangre”, que será presentada a los Premios Goya e iniciará una campaña crowdfunding para ayudar a los proyectos de “La España vaciada”.
CONCIERTO MADRID: Sábado 1 octubre. SALA GALILEO GALILEI. Galileo, 100. 21:00 hrs.
Entradas desde 15 €: https://salagalileo.entradas.plus/entradas/es/entradas-musica-el-naan-octubre
Será un concierto muy especial ya que se estrena la canción ‘Una brizna de sangre’, que se presentará a los Premios Goya. Es el tema central de la banda sonora del documental ‘Comuneros’, donde El Naán podría optar a la Mejor Canción Original, y Mejor Banda Sonora de 2022. Sonidos electrónicos y experimentales que se funden con sonidos ancestrales del folclore español y de otros países y continentes. Esta presentación dará comienzo a una campaña de crowdfunding para rehabilitar ‘La casa del Baile’ en Tabanera de Cerrato (Palencia) que contribuirá, con toda seguridad, a la ayuda de las zonas de “La España vaciada”.
En su repertorio también incluirán temas de su último y cuarto disco del 2021, “Germinal”, en el que colaboraron Santiago Auserón (Radio Futura) y Jorge Arribas (Fetén Fetén), entre otros.
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ENLACES VIDEOS DE INTERÉS: Video campaña crowdfunding https://www.youtube.com/watch?v=VVOT3ZAR8P4 para rehabilitar el espacio ‘La casa del Baile’, el antiguo salón de baile y sala de cine de Tabanera de Cerrato (Palencia), con apenas 70 habitantes, en pleno corazón la España vaciada, donde el grupo El Naán tiene su sede.
Video nuevo tema “Una brizna de sangre” https://www.youtube.com/watch?v=5lbd7KrFMrk). Es el tema central de la banda sonora del documental ‘Comuneros’, que se presentará a los Premios Goya, donde El Naán podría optar a la Mejor Canción Original, y Mejor Banda Sonora de 2022.
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BIOGRAFÍAS:
Héctor Castrillejo
El poeta y escritor Héctor Castrillejo nació en San Millán nació en Zumárraga (1974) y, además de su conocida faceta como miembro y fundador de El Naán, imparte cursos y conferencias de Arqueología Experimental y Prehistoria y es creador de la Universidad Rural Paulo Freire del Cerrato. Estudió Filosofía en Valladolid, Antropología en Granada y Arqueología Experimental con estudios en Atapuerca.
Es autor del poemario ‘Dioses, ruinas, semillas y canciones’, un libro que recoge su producción poética de la última década, con poemas, letras de canciones, brindis que son versos al sol, rapsodias de la Tribu Zíngara y micropoemas y greguerías. Se trata, sin duda, de una obra clave para entender la poesía rural contemporánea.
El autor explora los temas y las formas de la tradición oral más ancestral para llevarlo a un lenguaje contemporáneo, un camino ya recorrido en la creación de las canciones del grupo El Naán. Muchos de los poemas de la obra forman parte de esas canciones, a los que se suman las nuevas composiciones.
‘Dioses, ruinas, semillas y canciones’, editado por ‘Punto Rojo Libros’, nace, según explica su autor, “en un pajar de barro que contiene un hogar en su interior y que resiste estupefacto, en el centro de un mundo que desaparece”. Héctor Castrillejo vive en ese pajar reconstruido entre ruinas de adobe, en Tabanera de Cerrato (Palencia), un pueblo de 60 habitantes que llegó a tener casi 800 habitantes, hace algunas décadas, donde también nació la canción ‘Cuando el ruido regrese’, que se estrenó con un videoclip en pleno confinamiento.
El libro está fragmentado en varios “libros” interiores: ‘Poemas del Derrumbe’, que son palabras y versos que han “fermentado entre las ruinas”; Canciones, los poemas que conforman las canciones de los discos “La Danza de las Semillas” (2017), “Código de Barros” (2013) y “De babel a Ítaca” (2009) editados por El Naán; Brindis, versos creados para ser lanzados al aire, oraciones, plegarias o ruegos para celebrar, honrar, bendecir o pedir protección al vino en todas sus formas y deidades conocidas y desconocidas; Rapsodias de la Tribu Zíngara, poemas creados para ser declamados a viva voz en diversos espectáculos y ritos, tanto en conciertos de El Naán como en las representaciones, los viajes y los rituales de la Kabaila Zingary y en pregones para fiestas y eventos, y Micropoemas y greguerías, chispas, guiños fugaces de poesía, a veces ocurrente y humorística y a veces simple pero esencial.
Compagina su trabajo en El Naán con las actuaciones del espectáculo poético-musical “La desaparición de las luciérnagas” que ofrece junto al músico Carlos Herrero, en versión dúo, donde los poemas de ‘Dioses, ruinas, semillas y canciones’ se funden con canciones y melodías propias y tradicionales interpretadas por Héctor Castrillejo.
Carlos Herrero (1974, Palencia)
Multiinstrumentista autodidacta. En los años 90 desarrolló varios proyectos en América Latina con el mundo indígena y campesino. Estudió en la Escuela de Música de La Habana (Cuba). Investigador palentino desde hace más de dos décadas de los que
denomina músicas afroibéricas, cantante y compositor en el grupo ‘El Naán.
Se define como cantante, multi-instrumentista y tañedor de objetos cotidianos.
“Crecí escuchando cantar a mis padres, un transportista y una cocinera fueron mis maestros. Después me fui acercando a las músicas de raíz de Latinoamérica, Iberia y África, y fui descubriendo el hilo común que las une. Creo que me convertí en un sonero tierra adentro, mestizo y trashumante. Y ahí habito, en la encrucijada de las músicas sin cercados’.
SOBRE EL GRUPO EL NAÁN. BIOGRAFÍA
Desde los páramos del Cerrato palentino, El Naán explora la raíz étnica de la música tradicional castellana. Su poderoso directo se convierte en un rito con el público donde se dan cita los ritmos y los instrumentos más ancestrales con texturas contemporáneas, músicas étnicas, jazz o folk, y al que se suman la palabra, la imagen y la poesía en una experiencia fascinante, única y emocionante.
Este colectivo de creadores se fundó, en 2009, en Tabanera de Cerrato en Palencia. La música y la poesía son sus principales argumentos creativos, pero su experimentación traspasa a menudo estas disciplinas, buscando un puente de unión que lleve al público a la emoción, desde cualquier hecho artístico, usando el videoarte o coqueteando en ocasiones el performance y las artes plásticas.
El Naán está formado por Héctor Castrillejo (Poesía, rapsodia y arte visual), Carlos Herrero (voz, buzuqui, tres), María Alba (segunda voz y pandero), Adal Pumarabín (percusiones), Javier Mediavilla (guitarra electrónica), César Díez (bajo eléctrico) y César Tejero (saxofón).
Su exitosa propuesta rastrea en el espíritu étnico de la música tradicional ibérica, haciendo uso de su ‘estética mesetaria’ para una creación contemporánea. El paisaje, las texturas, el carácter, la riquísima tradición rítmica y sonora castellana, están recogidas para una creación vanguardista.
Sus textos y poemas recogen esa tradición que deambula entre lo pagano, lo académico y la trasmisión oral. El viaje como metáfora marca el carácter y la sonoridad de esta formación, que fusiona todos estos elementos con un barniz global que acerca su música a una gran diversidad de públicos conectando los numerosos puntos de unión entre la música tradicional propia con las músicas de raíz de todo el mundo.
El septeto ha llevado su directo a importantes festivales de Irlanda, Polonia, Hungría, Portugal o Inglaterra y llegó a tocar en directo en los estudios de la BBC en Londres.
Su segundo disco, ‘Código de Barros’ fue distribuido internacionalmente por el sello Inglés ARCMusic, una de las principales referencias mundiales en la world music y el folk, en activo desde1976. Su último disco ‘La Danza de las Semillas’ se convirtió en el Mejor Disco Europeo 2018 por la Transglobal World Music Chart y llegó al puesto 4 del TOP 100 mundial.
El grupo crea composiciones propias tanto en lo musical como en los textos y letras, a las que confiere mucha importancia, proponiendo un corpus poético y musical íntimamente ligado.
La música y la poesía son sus principales argumentos creativos, pero su experimentación traspasa a menudo estas disciplinas buscando un puente de unión que nos lleve a la emoción desde cualquier hecho artístico usando el videoarte o coqueteando en ocasiones con el performance o las artes plásticas. Una propuesta que rastrea en el espíritu étnico de la música tradicional ibérica haciendo uso de esa “estética mesetaria” propia para una creación contemporánea. El paisaje, las texturas, el carácter, la riquísima tradición rítmica y sonora, recogidas para una creación vanguardista que parte de la tradición lírica popular.
El proyecto creativo de El Naán da especial importancia a la creación de los textos y recoge esa tradición que deambula entre lo pagano, lo académico y la trasmisión oral, buscando un camino de reinvención en letras y poemas.
El viaje, como metáfora y como método marca el carácter y la sonoridad de esta formación que fusiona todos estos elementos con un barniz global, conectando y buscando los numerosísimos puntos de unión entre la música ibérica tradicional y las músicas de raíz de todo el mundo, convirtiéndola en una propuesta universal. Así, las grabaciones recopiladas en sus viajes, de cantantes y músicas de otros lugares del mundo, se fusionan con la música en directo.
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CONCIERTOS EN ESPAÑA
SÁBADO 1 DE OCTUBRE. MADRID. SALA GALILEO GALILEI. 21.H.
15 DE OCTUBRE. CARTAGENA
20 DE OCTUBRE. VELILLA DEL RÍO CARRIÓN. PALENCIA
29 DE NOVIEMBRE. LOGROÑO
3 DE DICIEMBRE. VITORIA
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EL NAAN, EN BUSCA DE LA TRADICIÓN PERDIDA
Carlos Herrero – Héctor Castrillejo
Dicen los que saben que los seres humanos ya hacíamos música antes de saber decir una sola palabra. Y que el primer lenguaje estaba edificado sobre el sonido y sobre todo, sobre el ritmo. Como la poesía, que es, antes que nada, música.
A veces nos preguntamos por qué la música nos ha acompañado todo este tiempo si no es una necesidad básica como comer, dormir o amar. Por qué sigue aquí, pegada a nuestros huesos. Dicen quienes estudian los síntomas del Alzheimer que en nuestro cerebro hay un cofre donde guardamos las melodías y los poemas y que es lo único que queda a flote tras el naufragio del olvido.
La música es vibración y es misterio. Nació como algo salvaje y sagrado y la hemos domesticado y refinado a lo largo de los siglos. Chamanes, juglares y DJs la han adorado y amamantado en cuevas, discotecas y tabernas. Y en todo este tiempo la música ha tomado vida propia y no ha respetado fronteras, razas, ni creencias. Ha viajado de polizón cruzando el planeta de punta a punta en gargantas y tambores, buscando oídos fértiles donde germinar. Los antiguos sabían que la música sirve para curar, celebrar, unir, despedir… Sabían que encontrando y refinando la mezcla adecuada de ritmo, vibración y silencio su poder es magnífico y que la herencia de este conocimiento, generación tras generación, es un valioso regalo que hay que cuidar y pulir de nuevo. Hasta hace muy poco tiempo este complejo proceso de transmisión de saberes permanecía vivo en las comunidades campesinas de nuestros pueblos. Era el rito mil veces repetido de la tradición oral: escuchar, observar, aprehender, experimentar, transmitir…una y otra vez, desde la noche de los tiempos y hasta el amanecer.
Pero hoy en día, ¿quién escucha? ¿quién observa?, ¿quién agradece lo recibido?
Partiendo de esta concepción de la música que nos conecta con lo sagrado y con lo colectivo El Naán siempre nos hemos preguntado ¿dónde están nuestras raíces? ¿cuál es nuestra tradición?, ¿cómo podemos cuidarla?
Un día el gran Maestro y folclorista Joaquín Díaz nos contó la diferencia que había en la Grecia clásica entre la Poesía Rapsódica y la Aédica. Es decir, la que repetía los versos tradicionales y la que componía temas y estilos nuevos. Ya en pleno siglo de Pericles existía una gran controversia ante estas dos maneras de acercarse al arte y esa controversia continua en el siglo XXI. Nuestra intuición nos lleva hacia la segunda. Visto de esta manera respetar la tradición es precisamente no seguirla. Es decir, variarla, introducir modos nuevos, matices o incluso saltos dramáticos. Por eso no nos cansamos de repetir que El Naán no hace música tradicional. Ni queremos ni sabemos. Para eso ya están nuestros admirados maestros que recopilan y cuidan el legado, para poder conocer, para apreciarlo, aprender y que no se pierda esa inconmensurable riqueza. Pero son necesarios ambos mundos: Rapsodas y Aedas, lo uno sin lo otro, lo otro sin lo uno, llega a vía muerta.
Sin duda, es preciso conocer para atreverse a meter mano a algo tan valioso, con respeto y responsabilidad. Desde la humildad tratamos de aprender cada día de los que saben, pero estamos muy lejos de dominar ese lenguaje musical tradicional como los que dedican su vida a ello. Sin embargo, reivindicamos el derecho de usar ese patrimonio, que es el nuestro también. No como renovadores de nada si no como continuadores de esa tradición ancestral que entiende la música como algo trascendente que nos conecta y nos empodera colectivamente.
Quizás nuestra tradición no es la castellana, ni siquiera la ibérica, sino una mucho más antigua y arcana: la de las sendas y los caminos, la del planeta que habitamos. La de ese primer ser que sopló por el caño hueco de un hueso dando a luz una vibración que erizó el vello de los que lo escucharon. Puede ser, no lo sabemos, seguimos buscado. Lo cierto es que nos siguen estremeciendo por igual los ritmos atávicos de Zamora o Salamanca y los del Caribe Negro o los sonidos ácidos del Magreb y las tonadas alambicadas de la montaña. Lo que tenemos cerca, esto es, lo que cantaban y tocaban nuestras abuelas en Campoo (Cantabria) o Aliste (Zamora) y lo que está más lejos.
¿O no tan lejos? Es posible que si palpamos un poco la panza de la tradición más cercana descubramos que está preñada. Que contiene en su interior el África que fuimos, la América de la que volvimos o el frío norte que nos atravesó. El mundo entero cabalga por nuestros genes y nuestra sangre y es posible que también lo haga por nuestra música y nuestra palabra.
NIHIL NOVI SUB SOLE
En este empeño de usar la música para el rito eterno del encuentro y la emoción no vamos a prescindir de las herramientas que nos da nuestro tiempo. Es por eso que en El Naán suenan las cucharas, panderos, rabeles, cribas, panderetas o vasijas junto al bajo, la batería o la guitarra eléctrica. Es por eso que las imágenes se proyectan sobre la pared y cobran movimiento con la luz, como lo hicieron hace miles de años en las cuevas sagradas al compás de la llama.
Es por eso también que nuestras letras y textos, es decir nuestra poesía, es Aédica y cuenta con palabras nuevas las historias de siempre. Las que han desvelado al alma humana desde que el mundo es mundo. Las palabras y las metáforas mutan, evolucionan y su recuerdo se pierde, junto con su significante y a veces incluso su significado. Nos preocupa que si repetimos las mismas palabras, las mismas metáforas una y otra vez estemos regando semillas muertas. O a lo peor que provoquemos rechazo por ciertos códigos que la evolución de los valores morales convierten en obsoletos o indeseables. Por supuesto, es necesario conocer esas palabras, esas metáforas, esas maravillas que crearon nuestros anteriores. Sin esa herencia, la creación sería un acto de soberbia, pero si no contamos nuestras propias historias, vivas y hoy palpitantes, la función trascendente de la música y la poesía puede perderse. Comunicar, acceder, hacer danzar, dar fuerza, unir a la tribu, ayuda a sanar tristezas y arañazos de la vida presente, crear una pócima y un relato para que cicatricen. Esa es la tradición, siempre lo fue. Una tradición ancestral y sagrada que hermanó la música y la poesía desde la noche de los tiempos.
Esa tradición nos llama y nos compromete. No se trata de hacer lo que nuestros ancestros hicieron si no lo que ellos harían hoy.
LA UNIVERSIDAD RURAL Y LA SOBERANÍA DE LA ALEGRÍA
Esa tradición nos conecta con nuestra esencia más pegada a la tierra. Una tradición que entiende la música como una creación colectiva a través del tiempo y como un valioso patrimonio para la comunidad. Es esa tradición la que nos hace volver la mirada hacia las culturas campesinas. Posiblemente su desaparición es la desaparición por primera vez en la historia de la humanidad de esa sabiduría (y de muchas otras) y el fin de la cadena de transmisión de unos conocimientos indispensables para afrontar los tiempos que vienen. Por eso, El Naán, que tiene su campo base en Tabanera de Cerrato, trabaja dentro de la Universidad Rural Paulo Freire del Cerrato.
Fue un general irlandés el que dijo: «si preparas una guerra no busques un banquero, busca un poeta». Las personas que conformamos el proyecto de la Universidad Rural del Cerrato no teníamos conexión con el mundo de los saberes campesinos, la producción alimentaria, la ganadería, etc. Venimos del mundo de la cultura y el arte. Nuestra visión fue siempre la de recuperar las sabidurías en peligro de extinción. Lo mejor de las culturas campesinas, sin idealizaciones ni nostalgias. Recoger lo verdaderamente valioso (que es mucho) para proponer una alternativa realista a este nuevo e inquietante futuro. La reconquista de las soberanías perdidas.
Seguramente nos están robando muchas cosas, para luego vendérnoslas. Las soberanías más fundamentales, las que nos permiten sentir que tenemos las riendas de nuestras vidas: soberanía alimentaria, energética, de la salud, etc. pero entre ellas hay una, que a menudo pasa inadvertida, trivializamos o no, somos conscientes de su verdadera importancia y potencialidad. Lo que hemos llamado la Soberanía de la Alegría.
No solo la música como tradición colectiva, sino también la comunidad, el encuentro, la metáfora, la danza, el juego, la palabra, la celebración, el rito…todo ello es un patrimonio, un tesoro intangible que sostiene, cohesiona y hace posible la vida en comunidad. Tan necesario como el alimento que nos nutre o el agua que bebemos. Nos están robando muchas cosas, pero entre ellas una muy importante, nos están robando el alma. Hemos dejado de cantar, de bailar, de inventar juegos, canciones, ripios y trabalenguas, de jugar en comunidad… y la tristeza y la apatía allanan el camino a la resignación y la desmemoria.
El ocio, lo que los sabios del Mediterráneo separaban de neg-otium (el negocio, que parece ser lo único que nos dejan habitar) siempre fue generado colectivamente y no como un producto de consumo más, al que solo accede quien puede pagarlo. La creación cultural colectiva es libre y gratuita y genera sinergias poderosas que devuelven a las comunidades la autoestima y la fe en sí mismas.
Junto con La Universidad Rural nos pusimos a trabajar con esa perspectiva desde un proyecto humilde y en apenas 7 años los resultados superan con creces nuestras expectativas. Estamos en una población de poco más de 60 habitantes en invierno asolada por la despoblación (800 habitantes en 1950)
Realizando talleres, charlas, dinámicas culturales, habilitando un espacio de encuentro y de coworking, con cursos de recuperación de saberes de las culturas campesinas y (gracias a la colaboración del ayuntamiento y de los vecinos) hemos conseguido incrementar y fijar población en 20 personas y atraer a 7 proyectos creativos ligados a la Universidad Rural. (La trama– Aula textil educativa, Cabeza de Vento-teatro, El Naán -música ibérica de raíz- Laboratorio de prehistoria-arqueología experimental, K Jabalí, radio comunitaria, Abuelita Ceiba-Alternativas de salud integral, Cabrasentada– Productora audiovisual), gente joven que ha decidido traer su proyecto y su vida desde la gran ciudad hasta aquí. Algo que nos parecía quimérico hace muy poco. Es solo un pequeño ejemplo, pero estamos convencidas de que la generación de un discurso y una dinámica cultural atractiva (e interconectada con la comunidad tradicional) es la clave. En ocasiones más que las opciones materiales que podemos ofrecer. Esa es al menos nuestra experiencia.
Parece que estamos en un momento de redescubrimiento (por necesidad o no) del mundo rural y la España vaciada. Es posible que la recuperación de esta tradición, esta soberanía que nos conecta, que nos hace volver a pensar en colectivo, volver a mirarnos a los ojos y re-construir comunidad puede ser más fundamental de lo que a menudo pensamos.
Es una forma de imaginarse, organizarse y proyectar futuro que parece lejana pero que no lo es tanto. Aún vive en nuestra tradición. Eso nuestras abuelas y abuelos supieron hacerlo muy bien y de ellos debemos aprender. Puede que sea también una tradición perdida, pero cerca, muy cerca. No la encontramos, pero está escondida en la palma de nuestra mano.
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SOBRE VIDEOS :
VIDEO SOBRE CAMPAÑA CROWDFUNDING: https://www.youtube.com/watch?v=VVOT3ZAR8P4
El día del concierto en Madrid, El Naán anunciará, en la sala Galileo Galilei, el inicio de una campaña de crowdfunding para rehabilitar el espacio ‘La casa del Baile’. Se trata del antiguo salón de baile y sala de cine de Tabanera de Cerrato (Palencia), con apenas 70 habitantes, en pleno corazón la España vaciada, donde el grupo tiene su actual sede.
VIDEO CONCIERTO ‘GERMINAL’ (Palencia 2021): https://www.youtube.com/watch?v=Iu2LWl2nrCE
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